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-------------------------------------------------------------- Juegos de poder | |||||||
Por: Leo Zuckermann | |||||||
Ahora le toca al Congreso: ¿estará a la altura? | |||||||
Ayer quedó claro que terminó la era del presidencialismo y que el Congreso se ha convertido en el actor central de la vida política nacional. Hemos dejado atrás los tiempos en que el Presidente era la estrella del sistema alrededor del cual giraban todas las demás instituciones. En épocas del régimen priista, todas y cada una de las reformas políticas fueron convocadas, negociadas y redactadas desde el Ejecutivo federal. Hoy, el Presidente ni siquiera pudo estar en el acto donde formalmente arrancaron los trabajos de la Reforma del Estado. Ahí estaba gran parte de la clase política nacional, pero no Felipe Calderón. En el presídium estaban los presidentes de los poderes Judicial y Legislativo, pero no el de la República (en su representación estaba el secretario de Gobernación). El Congreso será el que lleve la batuta de la nueva reforma política por medio de una ley curiosa que norma los trabajos de este proceso. La pieza fundamental será un organismo de largo nombre y expectativas: la Comisión Ejecutiva de Negociaciones y Construcción de Acuerdos del Congreso de la Unión. El Ejecutivo federal tiene un lugar en este órgano pero la mayoría la poseen los diputados y los senadores. De esta forma, el Congreso está reafirmando el poder que le confiere la Constitución. Y es que una reforma política verdadera implicará modificaciones a la Carta Magna lo cuál sólo pueden hacer una mayoría calificada de dos terceras partes de las cámaras de Diputados y Senadores, más la mitad de los 31 congresos locales. El Presidente no tiene ningún poder formal en el proceso de enmendar la Constitución. Esto no quiere decir, sin embargo, que Calderón no tenga cierto poder. El Presidente, a través de su partido, podría vetar cualquier reforma a la Constitución. Y es que ésta no puede enmendarse sin la anuencia del PAN que controla 41% de ambas Cámaras. Con esta representación, los panistas tienen la llave de cualquier reforma constitucional. Nótese, sin embargo, que el poder del Presidente depende de manera crítica del apoyo de los legisladores de su partido. Es, una vez más, la preeminencia del Legislativo sobre el Ejecutivo. El Congreso comenzó ayer los trabajos de la Reforma del Estado con una buena convocatoria. En el acto se encontraba gran parte de la clase política mexicana, de todos los colores. Ahora, sin embargo, viene lo bueno, es decir, la producción de resultados. De acuerdo a la curiosa Ley para la Reforma del Estado, los legisladores tendrán un año para negociar y aprobar modificaciones del régimen de Estado y gobierno; democracia y sistema electoral; federalismo; reforma del Poder Judicial y garantías sociales. Es una agenda muy ambiciosa en temas muy complicados. Mientras que los líderes del PT y del PRD insistían en el fraude electoral y en desconocer al gobierno de Calderón, el senador Manlio Fabio Beltrones cerraba el acto diciendo que este era el primer paso para el reencuentro político; que no había tiempo que perder. Efectivamente: el país ya perdió mucho tiempo en este tema atorado. Vamos a ver si el Congreso, como antes hacían los presidentes, se pone a la altura de las circunstancias y nos sorprende con una verdadera Reforma del Estado o si todo este esfuerzo deriva en una rebatiña donde cada partido defiende sus intereses de corto plazo mas no la gobernabilidad del país. Quizá yo sea un escéptico pertinaz, pero sigo apostándole más a lo segundo que a lo primero. Ojalá me equivoque. -------------------------------------------------------
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viernes, 27 de abril de 2007
varios
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